miércoles, 1 de febrero de 2012

EL BIGOTE DEL GOL ATILIO GARCIA.


Juancito Kirschberg – mago de los Kinesiólogos – decía siempre, aludiendo a Atilio, que nunca en su vida profesional había visto piernas mas golpeadas. Es que “Bigote” iba a todas, a lo guapo y por algo fue el mas grande goleador de toda la historia del fútbol uruguayo. Algunos datos estadísticos no están de mas y cabe recordar así – complementariamente a lo que brindamos en las notas centrales del fascículo – que la mayor cantidad de goles en una temporada, la obtuvo en 1938 – su debut con la alba – anotando 52. Por el Uruguayo, en cambio , la mayor cantidad de goles fue en la celebre campaña de 1941, con 23. Su arquero mas vencido fue Maspoli (jugando este en Liverpool y Peñarol) , con 26 goles, siguiéndole Carvidon (Cerro y Wanderers ) con 20. El equipo mas goleado por el implacable artillero fue Liverpool (54) siguiéndole Central (41) , Wanderers (39) , Defensor (37) y Peñarol (34) . El menos vencido fue Danubio, con solo siete goles, cosa realmente insólita tratándose de Atilio. ¿Sus goles mas famosos? El tema es polémico, pero podríamos señalar cinco ejemplos : a Boca, por la Copa Río de la Plata, el 28 de diciembre de 1940 ; a Independiente, por el Rioplatense nocturno , el 23 de enero de 1938 ; cuatro a Sud América, todos de cabeza, el 4 de noviembre de 1944 ; también cuatro a “Caimán” Sánchez , de San Lorenzo de Almagro, el 28 de marzo de 1948 y los cuatro a Peñarol, por el Uruguayo , el 8 de diciembre de 1940.

NO SE SALVO NI NACIONAL

La sed goleadora – insaciable, podría decirse – del formidable Atilio García, gravito para que , en su largo peregrinar por las canchas uruguayas, no respetara ninguna portería. Y a tanto llego ella, que ni siquiera Nacional – ese mismo Nacional por el que todo lo diera a través de casi tres lustros – logro salvarse de su codicia goleadora. ¿Cómo y cuando aconteció ello? Muy fácil, durante el brevísimo pasaje que el formidable piloto de Junín cumpliera por Liverpool, ya en el ocaso de su carrera – temporadas de los años 1951 y 1952 – la tarde de un 7 de junio y frente a 15 mil aficionados. Se jugaba ese día por la Copa “Arturo Michel” (Torneo de Competencia) de la temporada del 52 y Nacional , bajo el arbitraje de Juan Lorenzo Castaldi, venció por 6 a 1 a los negriazules. Y ese “uno” (ironía del destino) habría de llevar ese día “el sello inconfundible” de Atilio García, que había concretado así la hazaña que le faltaba : la de haber superado, también, la portería de quien como el formidable Aníbal Paz, había sido su compañero en tantas gestas de gloria. Antes, el 7 de octubre y el 30 de diciembre de 1951 “Bigote” ya había jugado, en Liverpool y contra Nacional ( 1 a 1 y 1 a 3 , respectivamente por la Copa Uruguaya) sin conseguir anotar. Pero estaba visto que, para el , no había portería vedada. Y la de aquel Nacional al que había defendido , no podía ser, para el , la excepción a la regla.

ATILIO : EL GOL Y SU SINONIMO

“La única que faltaba : ¡nos mandaron un mudo! Si este es jugador , me hago cura…” “El GALLEGO” Iglesias – picaresca chispeante de la calle , amasada en muchos años de servir copas , y algunos mas de tomárselas – midió de arriba abajo al forastero, como quien juna la pizarra de la quiniela, y sin dudar un solo instante dejo caer aquella frase, que muy poco después se convertiría en el gras chasco de su vida . El propio cantinero de la vieja sede del Club Nacional de Football , fue el primero en reconocer el error y entre bromas y chanzas, entre autorreproches y palmoteos al “mudo” paso a ser uno de los mejores amigos que tendría en Montevideo ese muchacho argentino de 22 años, estatura mediana, complexión fuerte , grandes bigotes, de pocas palabras y mirada tímida que llegaba de Buenos Aires – aunque había nacido en los pagos provincianos de Junín – para probarse con la gloriosa casaquilla del club de los Céspedes. -“¿Cómo dijo que se llamaba?” , había preguntado algo irónico “El Gallego” Iglesias, aquella calurosa mañana del 11 de enero de 1938 y la respuesta del provincianito – que llegaba casi con lo puesto, y una pequeña valija que parecía rescatada de alguna milonga terminada a castañazos – llego breve y respetuosa : -“Me llamo Atilio…Atilio García , y vengo recomendado al Dr. Narancio, que fue a buscarme a Boca Juniors …” Apenas cuatro días después – en medio del escepticismo de todos y no solo del cantinero – el muchacho de Junín debutaba con la casaquilla alba, en un partido nocturno, en el Estadio, frente al Chacarita porteño, y todas las dudas , todas las interrogantes daban paso al asombro, a la jubilosa expectativa y el ondear de blancos pañuelos, en son de victoria y de estallido popular en la tribunas. Nacional 3 a 2 y Atilio goleador, con dos tantos – uno de ellos el de la victoria – en una prueba indiscutible , contundente de su tuteo con la red de su sed insaciable de enronquecer a las tribunas con el grito de gol haciendo la gimnasia del arrebato, del fervor por el fútbol , el espectáculo colectivo mas grande y popular de nuestro tiempo. Tres letras y una sola mística : ¡GOL! No puede haber lugar en el mundo donde no se conozca esa clave mágica, que es deseo, esperanza , ganas acumuladas; ni mas ni menos que los ojos del hincha siguiendo al jugador , casi acompañando el raudo desplazarse de la pelota hasta culminar en la red. 15 de enero de 1938 : fecha inolvidable no solo para la hinchada de Nacional , sino para todo el fútbol uruguayo, pues esa noche debutaba el mayor goleador de todos los tiempos , en la historia de nuestro balompié. Un jugador para el asombro , que iba a todas ; siempre con el gesto manso y sin hacerle ascos al riesgo. Hombre neto de gol, guapo , decidido, oportuno, simple en su juego – en una época en que predominaban los habilidosos y los exquisitos – y dueño y señor del área, donde era asedio, ariete y terror de los arqueros. Nadie puede predecir lo que vendrá , aunque en este caso pensamos que muy difícilmente puede surgir algún jugador de la talla de ese muchacho que llego de Junín, con escaso equipaje y mucha timidez para convertirse en el ídolo de toda la afición, pues con Atilio no hubo términos medios. Hasta los propios hinchas del tradicional adversario del club de los Céspedes, lo enaltecieron siempre y valorizaron su juego, reconociendo en el a un personaje para el asombro, a una figura sin duplicado, para el que ningún arco contrario resulto invulnerable. Fue tal vez – o sin tal vez – el jugador mas golpeado de todos los tiempos, y sin embargo emergió siempre de cada refriega de cada choque, muchas veces de una acción alevosa, con el mismo gesto de mansedumbre, sin alharacas ni quejas. Simplemente jugándosela a lo macho, callado y taciturno. Así fue Atilio toda la vida, y así se nos fue silenciosamente hace cuatro años para seguir desparramando su magisterio en alguna cancha ignota, donde no existe el tiempo reglamentario(esta nota fue hecha 23/11/1977). Por eso en su vida hubo mucho de poesía. De poesía, si, pero de lirismo auténticamente de tanto, de canción ciudadana, de arrullo errante bordeando la esquinita del barrio para el eterno regreso. Ese momento sublime y elegido – como decía el bardo de la alta noche – “cuando le metemos un verdadero gol a la existencia, sin faulear a nadie, y por fin llegamos a la vejez contentos de haber corrido por la cancha como locos, para meter el gol limpio y humano de la vida”.

¿COMO SE LO PERDIERON LOS PORTEÑOS?

Los recuerdos acuden en tropilla, incontenibles, y la trayectoria luminosa de Atilio, de ese “Bigote” entrañable y legendario asoma en toda su plenitud, como un capitulo único del fútbol rioplatense y - ¿Por qué no? – mundial. Aquella noche del 15 de enero de 1938, los dados estaban echados, y no había “barraca” posible sino un “aire venturoso” : la certidumbre real de que la casaquilla alba se había asegurado el goleador que tanto buscaba, para suplantar a aquel gran jugador brasileño que fue Cardeal. Esa misma noche – que cuarenta años no es nada - , Peñarol sufría un serio traspie en Buenos Aires al perder 5 a 2 frente a River, que de esa manera obtenía la Copa “Rio de la Plata”. Otro duelo de titanes, ya que mientras en los aurinegros tallaban jugadores de la valia de Barrios , Glulow , Barradas, Zunino, el gran Gestido Rodríguez, Lauri, Matta, Lago, Severino y Camaiti. En los “millonarios” de la capital porteña lo hacia nada menos que una delantera integrada por Peucelle, Vascheto, “Nolo” Ferreira, Moreno y Pedernera, apuntalados por un “centrojas” de la categoría de Minilla. Tiempo viejo , de grata evocación, y una jornada que deparaba muchos atractivos populares. Como, a via de ejemplo, la presentación- en los bailes del Hotel Carrasco – de la orquesta tipica “Los indios” , del maestro Tanturi , y de la jazz “Santa Paula Serenaders” , mientras se anunciaba para el día siguiente la actuación de Francisco Canaro en el Solis.Luis Arata triunfaba en el “Artigas” con “Los chicos crecen” , de Darthes y Darnei, y mientras en la pantalla del “Radio City” los amantes al cine se solazaban con la notable actuación de Paul Muni en “Escuadrillas 37” , el escenario del Teatro Mitre presentaba a la compañía de espectáculos populares “Rataplán” , a cargo de ese genuino impulsor de todo lo callejero, que continua siendo el infatigable Agustín Pucciano. Atilio había debutado con todo – venciendo dudas y escepticismos – aquella noche del sábado 15 de enero de 1938, y sus dos goles permitieron una victoria frente a Chacarita Juniors, que mucho implicaba , pese a que era un amistoso. La hinchada de Nacional vibraba de jubilo con su flamante artillero , festejando sobre todo su tercer gol, el de la victoria, que logro con furibundo remate, desde treinta metros , sorprendiendo a rivales y compañeros. Esa misma noche, los brazos del club de los Céspedes se abrieron generosos para el muchacho que había nacido en Junín, donde despunto sus primeros pininos de futbolista, en los clásicos potreros de la época, que ya casi no quedan. De origen humilde –muy humilde – había conocido desde pibe el rostro de la pobreza, sufriendo en carne propia lo que son las noches con hambre y el despertar con la incertidumbre de lo que vendrá. Al fútbol lo llevaba en la sangre, y por eso su vocación pudo mas que todo, y Junín entero lo ungió ídolo , tallando en distintos cuadros de Liga y en el seleccionado de la provincia. Una tarde , alguien le hablo de Buenos Aires, de la gran ciudad, de la Corrientes que nunca dormía, de los palcos tangueros, pletóricos del rezongo de los fuelles y del lamento de los violines, y de esas tardes de fútbol, con estadios colmados, y un profesionalismo que empezaba a cobrar notable auge. El provincianito – acostumbrado a la vida tranquila del pueblo, a las tardecitas y las noches con la rueda de amigos, en la serenata rea del boliche – dudo al principio, pero al fin pudo mas la tentación , y “bajo” a la gran ciudad, a la fabulosa urbe, a esa gigantesca “cabeza de Goliat” , de que nos hablaba Martínez Estrada. Y allí las cosas no le rodaron bien al principio , por esas cosas del destino, que siempre resultan imponderables. Los “calamares” de Platense fueron su primer recalada, y allí mostró sus condiciones de goleador , de jugador simple en recursos técnicos, pero tremendamente efectivo, con el olfato por la red siempre al firme. Atilio tenia por entonces 17 años , y estuvo en Platense tres años, jugando en inferiores – con algún partido ocasional en Reserva – tanto de “centrofobal” – como sigue diciendo el hincha – como de entreala izquierdo.

LA HISTORICA CORAZONADA DE NARANCIO

El ciclo con los “calamares” – que nunca tuvo el éxito que merecían las condiciones del muchacho de Junín – culmino – cuando después de un partido se le apersono un dirigente de Boca y le dijo si estaba dispuesto a defender los colores del clásico cuadro de la ribera del Riachuelo, que late no solo en la mística futbolera sino en los tangos de Fliberto y en las telas de Quinquela Martín. La lógica respuesta fue un si profundo , y la transferencia se hizo sin mayores problemas aunque la mala suerte seguiría persiguiendo al provinciano. En filas “xeneizes” todavía alternaban cracks de la talla de Cherro y “El Cañoncito” Varallo y Atilio debió conformarse con “reservear” durante un año , en que se produciría el acontecimiento clave de su vida. A fines del 37 , nuestro Nacional emergía con renovados bríos de una etapa negativa y aquel inolvidable pionero que fue el doctor Atilio Narancio – justamente llamado “El Padre de la Victoria” por el papel decisivo que le cupo en el envío de la delegación celeste que gano la primera olimpiada en Colombes – viajo a Buenos Aires para conseguir un goleador ; un hombre que diera al ataque albo el poderío y la contundencia que la hinchada ansiaba y exigía. Y otra vez el destino se cruzo en el camino de Atilio por entonces a préstamo en Tigre y de donde vino para Nacional , un hombre que siempre estuvo signado, ese sentido, por la cosa fortuita por la casualidad. Porque en la realidad de las cosas Narancio tenia como punto de mira al boquense Providente , pero este ya estaba apalabrado desde Brasil y la transferencia no se hizo. Por entonces, Nacional tenia como director técnico – en actitud que marco toda una renovación en el medio – a un ingles, el famoso William Reaside , a cuyo lado “El Manco” Castro asimilaría enormes enseñanzas en la orientación de los planteles. Al fracasar lo de Providente los dirigentes de Boca le exhibieron a Narancio una lista de jugadores transferibles , entre los que figuraba el gran “Junín” . Increíblemente relegado por el fútbol argentino. Narancio tuvo una expresión que fue mezcla de humor y corazonada, aunque mas de esto ultimo. Leyendo la lista dijo sonriente : “A ver …a ver… este se llama Atilio , o sea que es tocayo mío … bueno, si se llama Atilio debe ser bueno…” Y la cosa cuajo, nomás, aunque con un cachito de dudas aleteando en ambas partes Narancio retorno a Montevideo y dijo a Reaside y al “Manco” Castro que lo de Providente no caminaba , pero que de cualquier manera iba a presentarse un muchacho de Junín, del que le habían hablado muy bien los dirigentes de Boca. Nadie podía predecir en verdad la magnitud del acontecimiento histórico que se estaba produciendo en el mundo del fútbol, y entre ellos – obviamente – se contaba el propio Atilio. Porque “Junín” no vino muy entusiasmado a Montevideo, y mejor aun – como lo dijera en tantas oportunidades – lo hizo con timidez y recelo, temiendo un fracaso. La despedida en Buenos Aires no había sido muy alentadora y menos aun el vaticinio de un dirigente de Boca, que conversara antes con Narancio : “ ..Mira , pibe….vos vas a Montevideo, te probas , y a otra cosa ; en ultimo caso, conoces la ciudad y haces un poco de playa, que te vendrá bien…” ¡ Que equivocado estaba el “xeneise” …¡ El viaje era solo de ida, por los tiempos de los tiempos, y mientras el futbol uruguayo conquistaba al mas grande goleador de su historia, los argentinos veían esfumarse para siempre a lo que sin duda pudo ser una leyenda de sus canchas.

PORTA: “CRACK TAMBIEN EN LO HUMANO”

Roberto Porta fue un inseparable amigo de Atilio. Y a el acudimos para que lo describiera, recordara anécdotas, “viviera” otra vez junta al gran Junín. Con mucho placer y mostrando un respeto tremendo hacia el compañero desaparecido, Roberto nos dijo: “Fue una excepcional persona, de una condición humana incomparable. El que no lo trato, o lo trato poco , no tiene la mínima idea de lo que era Junín”. “Llego un 14 de enero del 38. Estaba visiblemente agotado por el viaje vía Colonia y el barman del club Iglesias – le dijo que se acostara un par de horas”. “Mi cuñado Ricardo Faccio le dijo de entrada, mire Nacional tiene un centro forward sensacional – Cardeal – pero esta muy golpeado. Atilio le contesto enseguida : por eso no se aflija . Si hay que poner las piernas las voy a poner” “Debuto en un nocturno amistoso contra Chacarita y realmente en el primero tiempo no anduvo. Tanto, que casi lo sacan. Hubiera sido como darle el certificado de defunción. Me acuerdo que iba a entrar Héctor Castro y yo le pedí al Dr. Narancio que lo dejara. Yo tenía mucho que agradecer a los argentinos. Tenia que compensar de algún modo , todo el apoyo que me habían dado” “En el segundo tiempo de ese partido- contra Chacarita – fue un fenómeno y se gano la hinchada para siempre. Para definirlo como jugador y persona, le diría que fue un superdotado en todos los sentidos”. No era un tiempo triste como la gente piensa. Su carácter era alegre, aunque callado. Jugando a las cartas, por ejemplo, era muy dicharachero, utilizando una terminología muy especial” “Tuvo dos partidos señados por la historia. Uno , el que le hizo cuatro goles a Peñarol . El otro , el que jugo contra Boca , empatando con un golazo sobre el final” “Con la celeste, realmente no anduvo, pero hubo un motivo. Fuimos por tren desde Retiro a Mendoza. Y en cada estación los provincianos – que en ese sentido son peores que los capitalinos – decían ahí esta el traidor, el vende-patria. Eso influyo mucho en su animo” “Puedo asegurar, porque yo estaba al lado de la jugada, que en la Incidencia en que quebró a Queijo no hubo mala intención por parte de Atilio. El asumió una actitud de defensa, al ver venir a Queijo. En toda la semana estuvo “muerto”. “Para que tenga una idea de que no era tan serio, le voy a contar una..Nos concentrábamos en el hotel “Oceaníc. Alejandro Morales y Luz le tenia terror a las víboras y de común acuerdo con Junín resolvimos ir a unos chircales que había por Gral. Paz”. “Cazamos una víbora y la trajimos. A luz, no lo pudimos agarrar. Había que correrlo con helicóptero. Pero a Morales lo cercamos, hasta que se nos escapo colgado en la culata de un camión de hielo. Entonces Atilio tomo otra decisión. Ponerle la víbora dentro de la cama. No se imagina lo que fue aquello”

ASI LO VIERON

ROBERTO “CHUECO” FIGUEROA (Campeón olímpico del 28)

“Fue un jugador sencillamente extraordinario, cuya máxima virtud fue el cabezazo. Cuando Atilio saltaba, prácticamente era numero puesto. Por otra parte, nunca daba el partido por perdido y hay que tener en cuenta que jugo contra rivales de tremenda jerarquía. Le diría mas, jugo contra cracks. Por eso me río cuando se hacen comparaciones. Morena no tiene nada que hacer al lado de Atilio. Me atrevería a decirle, que , en nuestro medio, fue único en su puesto. Tal vez “Perucho” Petrone haya sido lo mas parecido”.

FRANCISCO MATEUCCI (arbitro internacional) “Tal vez técnicamente no sobresaliera. Pero adentro del área era inmarcable. Cuando saltaba abría los brazo y había que aguantarlo. Debo haber arbitrado en no menos de veinte partidos en los que jugaba Atilio. Nunca dijo una palabra adentro de la cancha. No me olvido de la final del 44. Peñarol ganaba 2-1 y casi sobre la hora cobre un foul que fue ejecutado por General Viana. No se como pero se adelanto a toda la defensa y metió el empate. Quiero decirle , además , que fuera de la cancha fue un gran señor”

GUIDO BAZTARRICA “Cuando yo estaba en Boca Jrs. Jugué junto a el en practicas y amistosos. Le puedo asegurar que una de las cosas que mas me asombro en Atilio, fue su desmarque. Yo levantaba la cabeza y lo veía siempre solo. Sin ninguna duda, fue un fuera de serie. En Buenos Aires – afortunadamente para Nacional – no tuvo suerte. Sucedió que cuando el llego a Boca Juniors habían dos “monstruos sagrados” , ídolos indiscutibles. Me refiero a Benítez Cáceres y Varallo. Para definir a “Bigote” , le diría solo una cosa : tenia un arco en la frente”.

MARCELINO PEREZ “Fue un excepcional jugador, con una tremenda facilidad para definir. Además, jugo en una zona en la que hay que meter. En la que hay que jugarse. Y lo hizo sin miramientos. Tal vez no se constituyera en un deleite para el publico, pero con sus entradas agresivas y sus dotes de hombre-gol provocaba la eclosión de las tribunas. Se trataba de un ser adusto, que prácticamente se transformaba en una fiera dentro de una cancha. Un excepcional jugador, que llego en el anonimato y con sus goles hizo vibrar a la mitad del país