jueves, 24 de febrero de 2011

LA VUELTA DE LOS DEPORTISTAS RETIRADOS A LA ALTA COMPETENCIA ...









Esta mañana lluviosa me puse a pensar en aquellos deportistas que han vuelto a la actividad en las distintas disciplinas….. en su mayoría han fracasado , de alli que esa frase tan manida “NUNCA LAS SEGUNDAS PARTES SERÁN COMO LAS PRIMERAS” se asocia a un alto porcentaje de regresos a la competición de varias estrellas – o no tanto- cayendo en el riesgo muchas veces de estropear o diría empañar en cierta forma su imagen , en la vida muchas veces la última imagen borra parte del éxito del pasado , muy aplicable para estos casos.

Porque vuelven ; dinero , deseo de sentir la adrenalina perdida , salir de un estado depresivo que desde que dejaron la actividad lo hacen sentir en muchos casos hasta al borde de caídas emocionales muy profundas , ESTAS SON ALGUNAS DE MILES DE CAUSALES QUE LOS HACEN VOLVER ,EN MUCHOS CASOS DESAFIANDO LAS PÁGINAS DEL ALMANAQUE , TENIENDO COMO ENEMIGO EL PASO DEL TIEMPO EL QUERER SER Y NO PODER …

También hemos tenido vueltas exitosas y diría hasta regresos reincidentes caso Michael Jordan el notable basquetbolista estadounidense en su último y fracasado regreso a la actividad de la máxima liga de baloncesto mundial NBA.

AQUÍ A MODO DE RESUMEN LES PASO A DETALLAR ESTE INFORME PORMENORIZADO LAS IDAS Y VUELTAS … DE MUCHAS FIGURAS DEL DEPORTE.

IanThorpe el brillante nadador es la última novedad anunciando su vuelta a las competiciones pensando en los Juegos Olímpicos del próximo año.

«No es una decisión que haya tomado a la ligera». Ian Thorpe, el hombre récord de la natación hasta el advenimiento de Michael Phelps, decidió instalarse en el dique seco en 2006, a los 24 años, quizás hastiado por las lesiones o por la dureza de la alta competición. O porque comprendió que no podría con Phelps, el fenómeno norteamericano latente entonces, tres años más joven que él. Y eso que su único enfrentamiento se saldó con victoria para Thorpe: fue en 2004, en la final de los 200 metros libres de los Juegos Olímpicos de Atenas. A principios de febrero el nadador australiano anunció que vuelve para luchar por las medallas en Londres 2012 (en concreto en los relevos y los 100 y 200 metros en estilo libre), y que lleva varios meses entrenando en secreto en una decena de piscinas municipales. Sus últimas fotos en bañador muestran a un «Torpedo» un tanto fondón, aunque nadie duda de que llegará a Londres en perfecto estado de revista. Otra cosa es que pueda doblar el pulso a sus rivales.

En el deporte, (casi) nunca segundas partes fueron buenas como ya les dije Sin embargo, a pesar de que la historia está llena de fracasos clamorosos, el veneno de la competición tiene difícil antídoto, sobre todo para «jubilados» de veintitantos o treinta y pocos años que lo fueron todo y que no encajan ver los campeonatos lejos de los focos y los aplausos del público.

Lance Armstrong( Fracaso), el mejor ciclista de todos los tiempos en el mes de julio, el tipo que venció a la muerte para ganar siete Tours de Francia, llevaba tres años sentado frente al televisor durante su mes favorito, tirándose de los pelos porque tal vez había perdido la oportunidad de engordar su palmarés por culpa de una decisión precipitada. En una entrevista a L'Equipe poco después del triunfo de Carlos Sastre en el Tour 2008, Armstrong señaló que los tiempos de la subida a Alpe d'Huez y el estilo general de la carrera, «no muy agresivo, sin demasiados ataques», eran manifiestamente mejorables.

Volver para perder

El norteamericano quiso dar un matiz humanitario a su regreso: ganar conciencias y dólares en la lucha contra el cáncer a través de su fundación, pero puso en su punto de mira a Alberto Contador, compañero de equipo y principal obstáculo para su propósito real, ser campeón de nuevo. En el Tour 2009 Armstrong atacó a Contador más en Twitter que en el asfalto; no fue suficiente. Aun así, consiguió un meritorio tercer puesto en París. Un año después fue diferente. Al retirarse imbatido la primera vez se apartó de los héroes de antaño, hurtando a los aficionados su imagen doliente, humana, la misma que transmitió Indurain en aquella etapa cruel de Les Arcs. Esa imagen de derrota sin paliativos llegó en el Tour 2010. El orgulloso tejano mordió el polvo y recuperó su humanidad. Retirado definitivamente de la competición, no podrá disfrutar de una «vejez» tranquila: le persigue ahora el agente antidopaje Jeff Novitzky, el perro de presa que acabó con Marion Jones.

Otro caso paradigmático es el de Michael Schumacher, siete veces campeón del mundo de Fórmula 1, ganador de cinco títulos consecutivos con Ferrari, retirado en 2006 y «resucitado» en 2010 a las órdenes de Ross Brawn en la escudería Mercedes GP. Acabó la temporada en novena posición, con alguna que otra polémica «marca de la casa» —incidente con Barrichello en Hungría que por poco acaba con grave accidente del brasileño— y casi siempre lejos del podio. A sus 42 años quiere reverdecer laureles. Fernando Alonso ha dicho que el alemán es su «rival más peligroso» para esta temporada. Los «alonsólogos» todavía no han decidido sobre la sinceridad de estas palabras. POR EL MOMENTO SCHUMY HA FRACASADO ROTUNDAMENTE

A principios de la década de 1990, acuciado por problemas económicos, una leyenda del tenis regresó al circuito profesional armado con sus viejas raquetas de madera. No ganó un solo partido. El sueco Björn Borg (11 Grand Slam y dos Master), había dicho adiós a los 26 años harto de pelear con la ATP por la carga de partidos que debía disputar cada año. En 1993, después de arrastrarse por las pistas, dijo basta.

También terceras partes

El tenis ha visto a otros campeones poniendo en peligro su prestigio. El caso más reciente ha sido el de la belga Justine Henin. Siete títulos de Grand Slam adornaban su trayectoria cuando en mayo de 2008, siendo número 1 del ranking mundial, anunció su retirada. Tenía 25 años. Volvió en 2010 y logró llegar a la final del Open de Australia, pero fue derrotada por Serena Williams. Hace un mes anunció su adiós definitivo. La serbia Monica Seles ganó nueve Grand Slam y le arrebató el número uno a Steffi Graf. Su rivalidad se interrumpió cuando en 1993 un espectador, al parecer fan de Steffi, le clavó un cuchillo en la espalda. El incidente la mantuvo fuera de las pistas dos años y medio. En 1996 conquistó el Abierto de Australia. Fue su canto del cisne.

Estrictamente, Monica no decidió irse para luego volver. Tampoco lo hicieron Marco Pantani, Ben Johnson o Diego Armando Maradona, perseguidos por su leyenda negra. Pero sus segundas (y a veces terceras) partes no fueron buenas. Y, para acabar, un caso extremo: el norteamericano Bobby Fischer, que se retiró nada más proclamarse campeón del mundo de ajedrez en 1972. Reapareció veinte años después en un duelo contra su viejo enemigo, Boris Spassky, a quien ganó nuevamente. En juego, esta vez, solo había dinero.

Las excepciones

El mejor jugador de baloncesto de la historia se podía permitir el lujo de dejar su deporte una temporada para jugar al béisbol y, después, volver a la NBA como si tal cosa. Michael Jordan ganó 6 anillos de la mejor liga del mundo con los Chicago Bulls en dos tacadas: 1991, 1992 y 1993; 1996, 1997 y 1998. Probablemente su leyenda no habría sido tan grande de no mediar esa retirada. En 1999 dijo basta, pero tampoco fue para siempre. En 2001 volvió, esta vez con los Washington Wizards, logrando un promedio de 23 puntos por partido. Dos años después se convirtió en el primer jugador de la NBA en anotar 40 o más puntos con 40 años, en la victoria de los Wizards ante los Nets.De cualquier manera su último regreso estuvo muy lejano al nivel alcanzado en sus etapas de gloria en los Bulls.

La tenista norteamericana Jennifer Capriati logró sus mayores éxitos (tres Grand Slam) después de tres años de retiro un tanto desordenado (fue arrestada por robo y posesión de marihuana). La belga Kim Clijsters ganó el US Open antes de decir adiós por las lesiones. Se casó, fue madre y volvió a las pistas hace un año. No ha perdido el tiempo: ha ganado dos veces más en Nueva York y acaba de adjudicarse el Open de Australia.

En 1994, a los 45 años, el norteamericano George Foreman recuperó el título de los pesos pesados veinte años después de perderlo y ordenarse reverendo. Tuvo que ganar una batalla legal, ya que fue rechazado como aspirante por viejo.

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